Las enfermedades del riñón se encuentran entre las causas de muerte e incapacidad más importantes de muchos países de todo el mundo. Son una carga cada vez mayor para los sistemas de salud y aparecen como una causa importante de pérdida de jornadas laborales y de deterioro de la calidad de vida de los pacientes. La enfermedad renal es una enfermedad no transmisible y actualmente afecta alrededor de 850 millones de personas en todo el mundo.
Varias enfermedades del riñón pueden agruparse en dos categorías principales: 1) insuficiencia renal aguda (IRA, por sus siglas), en la que los riñones dejan de funcionar por completo o casi por completo de manera brusca, y 2) insuficiencia renal crónica (IRC), en la que existe una disminución progresiva de la función renal.
Los riñones son dos órganos parecidos a una pelota que están ubicados en el bajo vientre. Forman parte del sistema excretor del cuerpo y se encargan principalmente de eliminar las sustancias tóxicas del organismo como los productos derivados del metabolismo mediante un proceso de filtración de la sangre que pasa a través de ellos para después excretar estos desechos mediante la orina. El riñón normal posee una enorme capacidad para variar las proporciones relativas de agua y desechos así como también de regular los electrólitos en el cuerpo excretándolos en la orina en respuesta a diversas demandas. Estos órganos se encargan también de regular la tensión arterial del sistema circulatorio, es por esto que la insuficiencia renal se acompaña de la enfermedad llamada hipertensión arterial.
En insuficiencia renal, el paciente pierde esta capacidad de regulación del líquido corporal debido al funcionamiento defectuoso de los riñones. Cuando fallan los riñones se presenta una acumulación de los desechos. Si sobreviene la insuficiencia renal aguda, los riñones pierden de manera súbita la capacidad de filtrar los desechos de la sangre. Cuando se diagnostica una insuficiencia renal crónica, los síntomas aparecen lentamente y no son específicos de la enfermedad. Algunas personas no presentan síntomas en absoluto y son diagnosticadas por un análisis de laboratorio.
Las causas de la IRA pueden dividirse en tres grupos:
Cuando la insuficiencia renal aguda es moderada, su principal efecto fisiológico es la retención de agua lo cuál provoca la acumulación de productos metabólicos de desecho y electrólitos en la sangre y en el líquido extracelular. Esto se presenta como edema y aumento de la tensión arterial (hipertensión). Sin embargo, la retención excesiva de potasio suele constituir una amenaza aún más grave para el paciente con insuficiencia renal aguda, ya que el aumento de su concentración plasmática (hiperpotasemia) al doble de lo normal puede resultar mortal.
En los casos más graves de IRA se produce una anuria, la cual significa ausencia total de orina. Salvo que se restablezca la función renal, o se utilice un riñón artificial para eliminar del organismo el agua, los electrólitos y los productos metabólicos de desecho que se han acumulado, el paciente morirá al cabo de 8 a 14 días.
Sin embargo, la insuficiencia renal aguda es muy peligrosa porque los riñones han dejado de funcionar completamente y, si no se da tratamiento a tiempo, la persona está en riesgo de morir. Cuando un paciente presenta insuficiencia renal aguda o renal grave (síndrome urémico) el programa terapéutico consiste en eliminar las causas que produjeron el deterioro del órgano; así como drenajes para distribuir mejor los líquidos filtradas por los riñones y la inserción de una vía central para facilitar el tratamiento.
Puede derivarse de las siguientes enfermedades:
A pesar de la amplia variedad de enfermedades que pueden conducir a una IRC, el resultado final es esencialmente el mismo: una disminución del número de nefronas funcionantes.
Si se detecta a tiempo, es posible que las lesiones subclínicas no tengan consecuencias graves; sin embargo, si están presentes en gran escala o combinadas con insuficiencia cardíaca congestiva, diabetes mellitus tipo I o II o atrofia muscular degenerativa, hay dos opciones: diálisis peritoneal continua ambulatoria y diálisis peritoneal intermitente nocturna. En la hemodiálisis, la sangre sale del cuerpo y pasa por un dializador (denominado riñón artificial) que la filtra.
El trasplante de riñón es una cirugía que toma un riñón de otra persona, ya sea un donante vivo o un donante fallecido que puede realizar la función de un riñón propio. Es el tratamiento que mejor permite mejorar el estilo de vida de los pacientes.
El tratamiento con medicamentos para tratar la insuficiencia renal consiste en dos principales grupos: diuréticos y heparinas. Los primeros ayudan a eliminar las toxinas que llegan al riñón, los segundos evitan la coagulación de una sangre más densa que está saturada con proteínas.
El tratamiento médico es una manera de tratar los síntomas de la falla renal y ayudarte a tener una buena calidad de vida mientras no se presenten complicaciones. Es muy importante entender que el tratamiento médico no es una forma de sanar la falla renal sino de aminorar sus síntomas.
Estas son las consecuencias de estos dos grados:
Las personas que están siendo tratadas con diálisis peritoneal continua sufren deshidratación porque la orina es filtrada al medio extracelular; también hay un riesgo mayor para las personas atendidas con diálisis peritoneal intermitente debido a la congestión (hipertensión) cerebral o cardíaca.
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